Enseñanza y amor
Centro Humanitario René Mey en Michoacán
Por vocación soy Profesora de Educación Primaria y una de mis grandes pasiones en la vida ha sido la búsqueda de aprender y saber. Debido a fuertes accidentes quedé muy limitada de mis movimientos, y de la manera de valerme por mi misma. He sido atendida por muchos especialistas, pero no quedé bien con ninguno, hasta que llegó René Mey a mi vida.
En Septiembre del año 2007, mi hermana Tere me habló por teléfono y me pidió que fuera pronto a su casa, pues sabía que estaba en Morelia un francés, que ayuda a la gente en cuestiones de salud. Ella pensaba que su presencia podría constituir una esperanza de curación para mí, y yo acepte ir a verlo, por el deseo de aliviar mi columna. Irían con nosotros, mi Madre y mi hermano mayor, de profesión médico.
Cuando llegamos todos al espacio donde lo veríamos, permanecimos ahí un rato y fue muy emocionante la espera, pues un poco antes de su arribo, emanaba en nuestro ambiente, una energía muy especial. Para mí, no fue ningún problema que él hablara en otro idioma, yo lo captaba muy bien. Desde el primer instante, llamó la atención de todos los presentes, por su sencillez y sus modales finos. Es un hombre de mucha paz, y habla con mucha ternura.
Tras su arribo, nos formamos para la sanación, y ya en mi turno, me toma de las manos y me pregunta: ¿algún problema en que yo te puedo ayudar? Y ahí le doy a conocer que mí más grande preocupación es saber si tengo algo ‘ fuerte´ en un seno. Enseguida, me da indicaciones con un tono tan suave, tan tranquilo, que lo agradecí mucho, y en mi pecho sentí una gran emoción. Después de firmarme un libro, me dice: ¿Tú crees que te pueda ayudar de alguna manera… así como ayudo a las personas, es correcto?…Y agrega: ‘sí es así, y sí estas dispuesta, podría ayudarte’; luego me pregunta sí ya dejé mis datos. A lo que respondí que sí.
Enseguida, luego de decirme un cumplido, me aseveró: ‘un día te busco, y estarás en contacto conmigo’. Y en efecto, así sería. Superé mi operación, y luego me enteré que se presentaría en Pátzcuaro, pero no pude asistir esa vez. Me quedé muy triste. Lloré y pensé mucho en buscarlo, aunque estuviera lejos. Transcurrieron más de 3 meses, y un día después de que -curiosamente- yo le soñé, me llamaron para decirme que me presentará a una reunión, pues vendría René a Morelia. Así que muy feliz fui a la cita, concertada en el salón principal de Catra Fovissste Morelos. Nos habló de la sanación, y por nuestra parte, cada voluntario asistente, aplicamos la terapia que conociamos, en mí caso la de “Energía Universal Humana”.
Posterior a ello, creamos nosotros el Segundo Centro Humanitario René Mey, de la Républica Mexicana, y ahí me quede a colaborar. Después abrimos otros dos Centros Humanitarios, atendidos también por mi familia, que para entonces había entrado en armonía filial, y junto a René Mey, y amistades de ambos, logramos la apertura de tres más en Michoacán. Puedo afirmar que, de entre tantas cosas hermosas que he vivido con él, me gustaron mucho las visitas que hizo a dos enfermos en sus casas, llevándoles esperanzas de vida. Veo que son increíbles las reacciones de las personas, cuando entran en contacto con él. Y Ahora que escribo esto, pregunto a mi alrededor, ¿quiénes van a seguir colaborando en estos centros comunitarios? Los que quedamos en ellos, aprendimos la técnica que René nos donó, que a su vez, le fue otorgada por los “Seres de Luz”. Me siento feliz por aplicar su técnica, científicamente conocida como Regeneración Celular. Al convivir con René, vi que su forma de existir y conducirse ES UN EJEMPLO DE VIDA. He meditado con él y participado en numerosos eventos, y me doy cuenta que después de tres terapias que él dió en mi columna, ya me sentí mucho mejor. Su ejemplo nos inspira y despierta grandes deseos de ayudar a otros. Le apoyamos con visitas a pueblitos, y lugares donde hay muchos necesitados, para que conozcan esta maravillosa terapia.
Personalmente, comencé a dar la terapia en Morelia y ahora lo hago en todo Michoacán. Trato de mejorar y pulir estos actos de AMOR. Reconozco que no todo es tan fácil y bonito; y hay que recorrer el camino distinguiendo lo opuesto al bien, para entenderlo mejor. Me siento transformada, con muchas ganas de vivir; de aprender cada día la mejor manera de “DAR”, y para ello pongo lo mejor de mí, al igual que René lo hace con cada uno de nosotros. En nuestro país, somos privilegiadas de colaborar con él. He estado en eventos como la Magna Oración en Chapultepec, promoviendo su película: “HIM Más allá de la Luz”, en programas de radio y televisión; también asistí al Auditorio Nacional, en el Día de la Buena Acción. Además, siento plenitud, al ver cómo la gente supera fuertes depresiones, sintiéndose más feliz; sanando de forma física y emocional. Pero lo más bonito, es ver a nuestros semejantes como hermanos; encontrar la esencia de cada uno de nosotros; y ver como René nos enseña y da el ejemplo. Por eso, a medida que amamos a los demás, vamos experimentando ese sentimiento de AMOR; y percibimos la emoción que puede transmitir una intención de ayuda.
Enseñanza y amor,
“La fuerza del bien es una inteligencia: se parte de ella.”
René Mey

Esta es mi invitación para que hagas una buena acción dona un poco de tu tiempo y da lo mejor de ti. Yo pienso y siento que con ello hacemos la gran diferencia.